24/10/08

Bernardita, la médica del alma

LA VOZ DEL INTERIOR en Formosa
Ivanna Martin / Enviada especial


En un pequeño consultorio del hospital lomitense, la hermana Bernardita cura a los leprosos. El mal no hace diferencias, ataca a indígenas y criollos por igual.En su casa tiene un depósito de remedios, alimentos y leche para aborígenes y criollos. En Las Lomitas creó el sistema de Atención Primaria de la Salud y fundó un hogar para menores.

Para muchos aborígenes y criollos de Las Lomitas, Bernardita es como un ángel caído del cielo. Y no es para menos. Hace 20 años, esta monja y médica entrerriana se instaló en el corazón del pueblo para entregar su vida a los más necesitados. Desde entonces cura la lepra y creó el sistema de Atención Primaria de la Salud (APS) para los habitantes del monte formoseño. Además, fundó un hogar para niños desprotegidos y asiste a los indígenas con ropa y alimentos. En esta zona la lepra afecta a muchos pobladores y, lejos de desaparecer, cada día arroja casos nuevos. Pero a la religiosa ya nada le sorprende. Durante los últimos años fue testigo del sufrimiento que causan la desnutrición, la tuberculosis, la meningitis, la hepatitis y delicadas enfermedades respiratorias o epidérmicas en niños y adultos. En el hospital del pueblo, Bernardita tiene un pequeño consultorio al cual cada mañana llegan aborígenes, criollos y hombres "blancos" en busca atención médica y remedios gratuitos. La mayoría padece consecuencias de una lepra mal tratada, pero en otros la enfermedad acaba de brotar.
La monja, con una vitalidad envidiable, que no permite intuir que ya está a punto de cumplir 65 años, recibe a todos con una sonrisa y siempre tiene una palabra de aliento para quienes se sienten solos o desesperados. Mientras revisa a un paciente a quien debe informarle que también padece el temido mal, Bernardita dialoga con LA VOZ DEL INTERIOR con una tranquilidad contagiosa."La lepra se cura con un tratamiento serio que dura dos años, pero es difícil combatirla porque la gente no toma conciencia de las consecuencias que puede acarrear", señala mientras atiende a don Jaime. El hombre ya perdió la sensibilidad en varias partes de su cuerpo y ni siquiera siente cuando la monja extrae con una pinza muestras de su piel que servirán para realizar los análisis necesarios.

Padecimientos
Bernardita _cuyo verdadero nombre es María Francisca Teresa Tonina_ se recibió de médica en Buenos Aires en 1977 y pertenece a la orden de las Hermanas Franciscanas de Gante. Tres años más tarde llegó a este pueblo y apenas observó que nadie combatía la lepra que azotaba a la gente decidió especializarse en dicha enfermedad. Su trabajo comenzó en una pequeña sala que adaptó para recibir a los vecinos de zonas cercanas. A los aborígenes los visitaba en sus propias comunidades. "Relevé los males que existían y sentí la necesidad de organizar un programa específico para atenderlos", recuerda la monja. El sentimiento fue tan grande que, casi de manera inmediata, creó el sistema de APS (que en 1983 quedó integrado a los servicios que presta el hospital público local).
El APS funciona principalmente en base al trabajo de Bernardita, pero los aborígenes también tienen una participación importante. "Para mí sola era imposible visitar todas las comunidades cada día, por eso elegí un representante de cada aldea como 'agente sanitario'", cuenta la hermana.
Cada uno de ellos recibió un curso de formación sobre primeros auxilios y algunos conocimientos sobre cómo detectar las enfermedades que existen en el monte formoseño. Con el tiempo, el APS se perfeccionó. Hoy es el único modo en que reciben asistencia médica los casi 1.700 wichis y pilagás de Las Lomitas. "A través de los agentes me entero de las necesidades de los indígenas y luego los visito llevando lo indispensable para atenderlos y los medicamentos apropiados", explica. Pero la asistencia que brinda la monja no se limita a la medicina sino que se extiende a la entrega de alimentos, leche, ropa y juguetes. Desde hace tiempo, su propia casa se convirtió en farmacia, ropero comunitario y despensa. Muchas manos necesitadas golpean la puerta diariamente para recibir ayuda. Además, Bernardita fundó un hogar de día para chicos criollos y aborígenes .
"La integración de los indígenas implica terminar con los prejuicios. Y eso no es imposible, algún día se verá el fruto", opina la monja. Ella está dispuesta a esperar y, con optimismo, asegura que"por suerte, hay muchos que comparten esa ilusión".

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